Journal of neuroscience and public health 3 (3): 419-428, 202 3
Violencia escolar: un estudio en adolescentes
School violence: a study in boys
Luis López Arancibia1 ,*
1 Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Católica de Trujillo Benedicto XVI, Moche, Trujillo, Perú * Autor correspondiente: L. López [lopezarancibialuis30@gmail.com ]
Fecha de recepción: 22 05 2023 Fecha de aceptación: 19 06 2023
DOI: https://doi.org/10.46363/jnph.v3i3.3
Resumen
La violencia escolar durante los últimos años ha impactado negativamente en la salud física y mental de los estudiantes a nivel mundial, además esta problemática trae consecuencias negativas que pueden durar toda la vida. La presente investigación tiene como objetivo determinar el nivel de violencia escolar en los adolescentes varones del nivel secundario. Tiene un diseño descriptivo, a muestra estuvo conformada por 93 estudiantes varones de cuarto a quinto año de secundaria; cuyas edades oscilan entre los 14 a 19 años , el instrumento utilizado fue el cuestionario de violencia escolar en adolescentes (CUVE3-ESO). Los resultados obtenidos evidenciaron que, el 44% de los estudiantes se ubican en el nivel regular de violencia escolar, seguido del nivel bajo con un 44%, y finalmente 12 % de los adolescentes presentan un nivel alto de violencia escolar. Se concluye la existencia de una elevada prevalencia del 56% de los adolescentes varones cuyos niveles oscilan entre regular a alta violencia escolar.
Palabras clave: violencia escolar; bullying; estudiantes; adolescente; nivel de violencia
Abstract
School violence in recent years has had a negative impact on the physical and mental health of students worldwide, and this problem also brings negative consequences that can last a lifetime. The objective of this research is to determine the level of school violence in male adolescents at the secondary level. It has a descriptive design, the sample consisted of 93 male students from fourth to fifth year of high school; whose ages range from 14 to 19 years, the instrument used was the questionnaire on school violence in adolescents (CUVE3-ESO). The results obtained showed that 44% of the students are located at the regular level of school violence, followed by the low level with 44%, and finally 12% of adolescents present a high level of school violence. It is concluded that there is a high prevalence of 56% of male adolescents whose levels range from regular to high school violence.
Keywords: school violence; bullying; students; adolescent; level of violence
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Introducción
Actualmente la violencia escolar es un problema que va en aumento, durante los últimos años a impactado negativamente de manera significativa en los estudiantes en sus relaciones
interpersonales a nivel mundial, las manifestaciones de violencia en el ámbito educativo se
presentan de diferentes formas, tratándose de una situación que vulnera el derecho de los estudiantes a crecer física, mental y espiritualmente sanos; además, este tipo de situaciones
pueden tener consecuencias negativas que pueden durar toda la vida. La Asamblea Mundial de la Salud (1996), informa que, la violencia es un problema de salud pública creciente debido a
la cantidad de personas afectadas por ella. Las diferentes manifestaciones de la violencia del
ser humano afectan negativamente a este mismo, permitiendo que aparezcan nuevas formas de violencia, unas más silenciosas que otras y muchas veces invisibles (Candia, 2022).
Según la Organización Mundial de la Salud (ONU, 2002), menciona que, las altas tasas de violencia y victimización entre las personas de 10 a 29 años a menudo se extienden al grupo de
30 a 35 años, y este grupo de adultos jóvenes mayores también debe ser considerado al comprender y prevenir la violencia juvenil; los factores importantes de personalidad y
comportamiento que pueden predecir la violencia juvenil incluyen la hiperactividad, la impulsividad, el control conductual deficiente y el trastorno por déficit de atención.
Por tal razón, se ha puesto en evidencia que, el bullying es una de las formas comunes de
crueldad en las escuelas, afectando a uno de cada tres jóvenes; un artículo publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2020),
revela que, más del 30% de los estudiantes en todo el mundo son víctimas de bullying,
privatizando el derecho fundamental de los alumnos a ser educados y aprender en un ámbito seguro y sin amenazas. Asimismo, los estudios realizados en adolescentes sobre la violencia
escolar, generalmente fueron considerados desde el contexto del hogar, la escuela y la comunidad; esto se debe, ya que son escenarios de convivencia cotidiana donde se inicia el
intercambio psicosocial, siendo sumamente importante, ya que, el comportamiento de los jóvenes se explica en gran medida por lo que sucede en sus familias, pues la familia es la
primera situación en la que los más pequeños empiezan a interactuar con su entorno. Asimismo,
Harel et al., (2010), a través de su investigación, revelaron que, los estudiantes que tenían percepciones negativas de la escuela, como sentirse inseguros, desvalorizados, excluidos o
maltratados por sus compañeros o profesores, tenían una mayor probabilidad de estar involucrados en comportamientos de bullying, ya sea como agresores o víctimas. Además, que
esta relación se mantenía constante en los 40 países estudiados, concluyendo que, las
percepciones negativas de la escuela y su conexión con el bullying son un fenómeno generalizado.
Según Cangas et al., (2007), refieren que, diversos estudios muestran que al menos el 15% de estudiantes europeos fueron intimidados, abusados o presenciaron una situación de conflicto
en el ámbito escolar; asimismo son los varones de nacionalidad francesa y austriaca, los que presentan mayor índice de violencia, las agresiones más altas y comunes son las verbales con
un 67% y las físicas con un 52%. Según el Sistema especializado en reporte de casos sobre
violencia escolar (Siseve, 2018), entre 2013 y 2018 se reportaron 26.285 casos de violencia escolar en Perú, el primero es la violencia física con un total de 13.792 casos, el segundo es la
violencia psicológica con 5.397 casos y el tercero es la violencia sexual con 3.738 casos. Actualmente la Siseve (2023), presenta en su informe que el número de denuncias a la fecha
ha seguido aumentando durante este período, con un total de 55.248 estudiantes denunciados
por haber cometido diversas formas de violencia en comparación con años anteriores, tales como, violencia física con un registro de 26 454, psicológica con un total de 19 360, y por último
sexual con 9 434, lo que indica un fuerte aumento en el número de casos en los últimos años. En relación con lo anterior, Arhuis et al., (2020), con su estudio realizado en Perú, encontraron
que las mujeres en instituciones públicas de la región Selva reportaron más violencia sexual,
principalmente por parte de docentes 67,8%, que por parte de otros estudiantes 32,2%, con una mayor prevalencia de violencia sexual 10,1/100.000 habitantes. De igual forma, los centros
con los niveles más altos y más bajos de violencia psicológica/verbal en 2018 se ubicaron en los departamentos de Piura y Tacna 95,79 y 25,31 por cada 100.000 habitantes.
Moral y Ovejero (2013), manifiestan que, en la actualidad se están desarrollando diferentes estudios destinados a analizar los factores de riesgo que desencadenan el c omportamiento
agresivo que tiene un impacto significativo en el comportamiento de los jóvenes en contextos
escolares; considerando los diferentes factores de riesgo presentes en estos estudios en diferentes escenarios sociales diferenciados según los diferentes contextos ya mencionados.
Para reforzar lo señalado anteriormente, se revisaron algunos estudios semejantes con la misma
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variable a nivel internacional y nacional; en este sentido, Urbina y Beltrán (2020), realizaron un
estudio que tuvo como objetivo comprender las representaciones sociales sobre la violencia escolar, para su evaluación emplearon la entrevista semiestructurada; teniendo como resultado
que, las representaciones sociales estudiantiles agresivas se basan en aceptar la violencia como
una realidad cotidiana; sin embargo, para los estudiantes no agresivos, estas expresiones son vistas como un fenómeno de intolerancia y falta de respeto por las diferencias de los demás,
deduciendo que, la violencia es aprendida en el entorno familiar.
Muñoz (2019), con su estudio, tuvo como objetivo analizar y comprobar la agresividad en
relación con los niveles de estrategias sociales; su estudio fue descriptivo. Los cuestionarios empleados fueron la Escala de estrategias de aprendizaje (1992) y el Cuestionario de
agresividad; teniendo como resultado, que los estresores familiares son factores de riesgo para
el desarrollo individual relacionados con problemas de conducta en general y de agresividad en particular.
Cieza y Fernández (2018), tuvieron como fin, analizar la relación entre el funcionamiento familiar y violencia escolar, teniendo como muestra a 214 estudiantes de ambos sexos. Utilizaron la
Escala de evaluación de cohesión y adaptabilidad familiar y el Cuestionario de violencia escolar
en secundaria. Consiguieron evidenciar que, existe relación negativa entre sus variables estudiadas. En conclusión, las familias con un vínculo afectivo adecuado, una organización
basada en niveles de autoridad y una fijación respetuosa de los límites individuales, contr ibuyen a una reducción de presencia de conductas conflictivas.
Según Imperiale (2021), tuvo como finalidad, el determinar la percepción de la violencia escolar en alumnos adolescentes. Su muestra estuvo conformada por 119 alumnos de secundaria.
Utilizó como herramienta el Cuestionario de violencia escolar en adolescentes, teniendo como
resultados que, las percepciones más frecuentes y altas son la exclusión social 12,6%, los tics y la comunicación 10,1% y las agresiones directas 9,2%.
Olivera y Yupanqui (2020), tuvieron como fin, el analizar la relación entre violencia escolar y la funcionalidad familiar. Su muestra estuvo compuesta por 35 estudiantes repitentes con riesgo
de deserción. Los instrumentos utilizados fueron el Cuestionario de violencia escolar en
estudiantes de secundaria, y la Escala de evaluación de la cohesión y adaptabilidad familiar. Consiguieron evidenciar que, la relación entre sus variables es significativa. Concluyendo que,
los estudiantes de familias de clase media y extrema tienden a mostrar agresividad en el ámbito educativo con exclusión y violencia física e indirecta.
De la Sota (2018), investigó la conexión entre el ambiente y violencia escolar. Los instrumentos
que utilizó fueron la Escala de clima en el aula y la Escala de victimización. Su resultado evidenció que, existe relación directa de nivel moderado y significativa entre sus variables, así
como también, entre sus dimensiones. De esto podemos concluir que, el clima de clase es positivo y que la violencia escolar representa el nivel medio de desarrollo de los estudiantes que
participaron en su estudio.
Por su parte, Estrada & Mamani (2020), tuvieron como objetivo establecer la correlación entre la violencia escolar y los niveles de logro de aprendizaje. Los instrumentos que emplearon fueron el Test AVE y el Acta consolidada de evaluación. Consiguieron evidenciar que, existe una relación
inversa significativa entre sus variables. Concluyeron que, un nivel alto de violencia en la escuela se asocia con un menor rendimiento académico en los alumnos.
A continuación, como parte de esta investigación, es importante considerar los aspectos teóricos del contenido de la investigación, en este sentido la teoría ecológica de Konrad Lorenz explica que, la violencia es considerada una repuesta propia basada en impulsos involuntarios
adaptados y desarrollados biológicamente con la evolución humana, teniendo como propósito
la supervivencia de su especie; dando a entender que, la violencia surge de la urgencia del ser como un aspecto biológico (Heredia, 1989).
Así mismo, Sigmund Freud a través de su teoría establece que, la agresión es un elemento instintivo fundamental que se produce en respuesta a la supresión de la libido, es decir,
bloqueando o impidiendo la adquisición del placer. Desde este punto de vista, una conducta
agresiva se debe a la acumulación de influencias negativas internas que una persona no puede excluir. Se refiere a que la violencia es un factor subjetivo dentro de un ser, y las agresiones
muchas veces se manifiestan en una sociedad de efectos negativos predecibles, por lo que también puede entenderse como una condición de la persona misma (Lloves, 2020).
Por su parte, Postigo et al., (2019), manifiestan que, la teoría de la dominancia social se basa
en la idea de que los seres humanos tienen una tendencia natural a establecer jerarquías sociales. En los grupos de pares, esto se manifiesta a través de la competencia por el estatus
social y la influencia dentro del grupo. Algunos adolescentes pueden recurrir al bullying como
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una forma de aumentar su estatus social y ejercer poder y control sobre otros.
Dollar y Miller (1938) perciben al comportamiento agresivo como resultado de una frustración previa. Manifiestan la existencia de una conexión causal directa entre la frustración y la agresión
ocasionada por el bloqueo de un fin (Blázquez, 2018).
Relacionado a lo anterior, Díaz (2006), manifiesta que, cuando se trata de violencia escolar, esta frustración a menudo se refleja en los jóvenes cuyas metas están bloqueadas tanto en la
escuela como en el hogar, por lo que diferentes causas ajenas a la propia persona intervienen en la creación de estos sentimientos y, si no se controlan en el estudiante, pueden exteriorizarse
con conductas hostiles .
En cuanto a la teoría de activación planteada por Berkowitz, pone en manifiesto que, toda frustración inicia cuando una persona siente que está perdiendo lo que quiere, por lo que la frustración no es provocada por algo como tal, sino por la necesidad de querer controlarlo.
Afirma, además, que existe un intermediario dentro de la frustración y la agresión, asignada
como ira; esta conduce a la ira que activa el cuerpo preparándola para el ataque, que finalmente ocurre en respuesta a la excitación emocional del objetivo (Penalva, 2018).
Del mismo modo, la teoría propuesta por Bandura hace mención que, un actuar violento es la
obtención de lo aprendido a través de la observación e imitación; por lo que, reflejar un comportamiento violento depende si este recibe un premio por llevarlo a cabo, por ejemplo, si
recibe una ganancia, la probabilidad de que cierta conducta agresiva aumente serán mayores, pero si se castiga la conducta del modelo, la probabilidad de imitación disminuye (Delgado,
2019). De igual forma, la teoría de la interacción social pone en manifiesto que, el entorno y la persona inciden entre sí mismos. Los problemas de comportamiento de los adolescentes
relacionados con la falta de socialización familiar, una relación disfuncional entre padres e hijos,
los problemas de rechazo social por parte de los compañeros y la socialización con los compañeros son factores importantes que influyen en la probabilidad de que un estudiante se
involucre en una conducta agresiva (García, 2006).
En cuanto a la teoría de la mente, Gonzáles et al., (2013), refieren que, los adolescentes que acosan a otros tienden a tener dificultades para ponerse en el lugar de las personas que están acosando. Esto puede llevar a una falta de empatía y comprensión de las consecuencias
emocionales de su comportamiento. Por otro lado, las víctimas también pueden tener
dificultades, es decir, para comprender las intenciones de los acosadores y tener una mayor sensibilidad a las señales sociales negativas.
Por su parte, la teoría sociológica interpreta los actos violentos como resultado de las
peculiaridades culturales, políticas y económicas de una sociedad. Circunstancias como una baja economía, la marginación, la discapacidad intelectual, la explotación o el sometimiento a
sistemas altamente competitivos son la base del comportamiento negativo de las personas y, por lo tanto, son percibidos como causantes principales de los problemas del actuar humano
(Espinoza, 2019).
Para Estévez et al., (2009), las relaciones sociales de los adolescentes son más estables, caracterizadas por una menor supervisión de los adultos y más intimidad y empatía. Estas relaciones, por su propia naturaleza, también influyen en el desarrollo emocional de los
adolescentes, en su adaptación al medio social en el que viven y en la adquisición de actitudes y valores.
Según Hidalgo & Hidalgo (2015), a través de su investigación revelaron que, los estudiantes que perciben altos niveles de violencia e inseguridad en su entorno, ya sea en la escuela o en su comunidad, tenían una mayor probabilidad de participar en roles de bullying, ya sea como
agresores, víctimas o espectadores pasivos.
Así mismo, Sandoval (2005), refiere que, en el mundo juvenil, cualquiera que rompe las reglas se siente importante y admirado por sus amigos. Un buen número de jóvenes se presentan
como transgresores en los recintos escolares, saben que los adultos no aprueban estas acciones y eso añade algo de excitación, lo más importante para ellos es la aprobación de sus amigos,
valiendo la pena correr el riesgo del castigo. Por su parte Garaigordobil & Oñederra (2009),
añaden que, la compasión contra las víctimas es limitada, por lo general, cuando es un amigo, la mayoría de los estudiantes ponen fin a la situación.
Por otro lado, Ghiso (2012), manifiesta que, actos de violencia que generen miedo, decepción, y la agresión inculcada en la víctima, diluyen y socavan las formas establecidas o percibidas de
solidaridad y confianza. Este es un estado frágil en el que los lazos parecen estar rotos,
especialmente de acuerdo con las normas civilizadas y cívicas que nos imponen a cada uno de nosotros en las escuelas, las familias, los estados y las iglesias. Bajo estas consideraciones,
Sevilla y Sánchez (2022), lo definen como una intención repetitiva de un niño al daño físico y
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emocional por parte del agresor o grupo mientras permanece en el recinto escolar. Reforzando
lo anterior, Menesini y Salmivalli (2017), definen los criterios más relevantes que implican una agresión, de los cuales son la repetición, intención y desequilibrio de poder .
Reforzando lo anterior, García y Asensio (2019), manifiestan que, si esta violencia ocurre
repetidamente entre pares al menos una vez semanalmente en los seis meses y refleja una inestabilidad de poder entre el perpetrador y el receptor con la intención de dañar, así como
también todos los participantes presentes en la escuela directores, conserjes y padres, es violencia escolar. Asimismo, Scandroglio et al., (2002), refieren que, algunos investigadores
afirman en base a sus teorías, que los alumnos al relacionarse e interactuar con compañeros violentos, adquieren aquellos valores y actitudes que perciben en sus semejantes.
Por todo lo mencionado líneas arriba la presente investigación permitirá determinar el nivel de
bullying escolar en estudiantes de secundaria para tener en claro la afectación de este grupo frente a la problemática y así brindar el apoyo necesario. A nivel metodológico, la variable
contribuye con este estudio, como antecedente metodológico para próximos estudios con variables relacionadas. A nivel práctico, los resultados permitirán a los expertos en el campo de
la salud mental, contar con información teórica y real acerca del bullying en adolescentes.
Metodología
La investigación presenta un diseño es descriptivo, se contó con la participación de 93 estudiantes de sexo masculino que sus edades oscilan entre los 14 y 17 años de una institución educativa pública de San Vicente de Cañete. La participación en la investigación fue de manera
voluntaria; para dar conformidad a ello se les entrego el consentimiento informado, firmado
este documento se procedió a la aplicación grupal de cuestionario de violencia escolar en un único encuentro, el cual tuvo una duración de15 minutos.
El instrumento utilizado para medir la variable Bullying fue el Cuestionario de Violencia escolar en adolescentes (CUVE3-ESO), cuyos autores son David García, José Núñez y Alejandra Dobarro
quienes crearon este cuestionario en el 2012; el cual consta de 44 ítems distribuidos en 8
subescalas, que permiten medir el constructo, presentan una escala de respuesta tipo Likert de 5 opciones, tiempo de solución alrededor de 15 minutos. El cuestionario se basa en definiciones
y teorías con fuerte sustento empírico, según las cuales otorgan ciertas características a la percepción de los tipos de violencia; está prueba puede ser administrada de manera grupal o
individual para personas de 12 a 19 años, y fue adaptado con una validez y confiabilidad.
Análisis de los datos
Para el análisis de datos se utilizó la estadística descriptiva y para la presentación de los
resultados tablas de frecuencia y porcentaje para la variable violencia escolar y sus respectivas dimensiones: violencia verbal del alumnado hacia el alumno, violencia verbal del alumnado hacia
el profesorado, violencia física directa y amenazas entre estudiantes, violencia física indirecta
por parte del alumnado y exclusión social; como el empleo de tablas y gráficos para el análisis de la variable violencia escolar.
Ética en la investigación
En cuanto a los aspectos éticos, se estableció que, desde el punto de vista ético toda investigación debe ser voluntaria, informada, libre, clara y precisa; asimismo, se garantizó la comodidad de las personas que participaron en el análisis. Asimismo, la información en los datos
de la investigación no fue alterada, modificada ni omitida; como resultado, los resultados que se presentarán a la comunidad científica serán abiertos, veraces y precisos.
Resultados y discusión
En la tabla 1 se aprecia los niveles de Violencia escolar de la muestra, el 12% de los estudiantes
exhiben un alto nivel de violencia escolar, esto puede deberse a que son testigos o son víctimas de hechos violentos que ocurren entre estudiantes o de estudiantes a profesores, dicho
porcentaje es bajo, pero preocupante porque se da en el contexto educativo; sin embargo, el 44% presentan nivel medio, es decir que algunas veces han percibido algunos actos violentos
que incluyeron puñetazos, insultos o amenazas dirigidas al maestro o entre ellos; asimismo el
44% presentan un nivel bajo, demostrando que, nunca o pocas veces han percibido violencia escolar, es decir que estos estudiantes no perciben golpes, insultos o amenazas por parte de
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otros estudiantes o de estudiantes a docentes, ni como víctimas ni como espectadores. Estos
hallazgos evidencian, que si se cumple lo que manifiestan García y Asensio (2019), definiendo que la violencia escolar incluye agresiones físicas, verbales y exclusión social, concluyendo que,
si ocurren diversas formas de violencia entre estudiantes o de estudiantes a profesor o
viceversa, es violencia escolar. Lo cual sería avalado por el estudio realizado por Imperiale (2021), sobre cómo los estudiantes de secundaria ven la violencia; en dicha investigación llegó
encontró que el nivel de violencia escolar percibida de alto nivel con un 20%, un nivel medio con 16% y un bajo nivel con 64%.
Tabla 1
Nivel de violencia escolar
Nivel Frecuencia Porcentaje
Alto 11 12%
Medio 41 44%
Bajo 41 44%
Total: 93 100%
En la tabla 2 se aprecia que en la dimensión violencia verbal del alumnado hacia el alumnado, evidenciaron que, el 13% presentan un nivel alto demostrando que, muchas veces o siempre
perciben en sus compañeros abuso verbal, como un lenguaje insultante, calumnioso u ofensivo; mientras que, el 28% presentan un nivel medio, es decir, que en ocasiones notan quejas,
rumores, críticas o amenazas entre sus compañeros de trabajo; asimismo el 59% presentan un nivel bajo, lo que quiere decir que, nunca o pocas veces han percibido insultos, amenazas,
críticas denigrantes, gritos, blasfemias entre los estudiantes. De acuerdo con el estudio de
Imperiale (2021), quien halló en un centro educativo de secundaria un alto nivel con 24%, un nivel medio con 15% y un bajo nivel con 61%, estos resultados concuerdan en los niveles de
la presente dimensión.
Tabla 2
Nivel de violencia según tipo
Nivel Frecuencia Porcentaje
Alto 12 13%
Medio 26 28%
Bajo 55 59%
Total: 93 100%
En la tabla 3 se aprecia que en la dimensión violencia verbal del alumnado hacia el profesorado, se halló que el 32% presentan un nivel alto demostrando que, muchas veces o siempre perciben
apodos, ridiculizaciones, ultrajes, agravios, maltrato hacia el profesorado; por consiguiente, el
44% se ubica en el nivel medio, es decir que algunas veces perciben ironías, palabras de doble sentido, mofas, sarcasmo; por su parte, el 24% se ubica en el nivel bajo, evidenciando que,
nunca o pocas veces los maestros son objeto de burlas, sarcasmo, doble sentido e insultos. En relación a lo anterior, se deduce que, algunas veces el sentido incorrecto de libertad en el
comportamiento y lenguaje de los estudiantes es causado por la falta de autoridad de los maestros. Dubet (1998) resalta en su teoría que las reacciones violentas del alumnado al
profesorado pueden explicarse como una forma de que los estudiantes, especialmente los hombres, "salven su honor" y rechacen el sistema que los prepara para fracasar e invalidarlos.
Tabla 3
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Niveles de violencia verbal del alumnado hacia el profesor
Nivel Frecuencia Porcentaje
Alto 30 32%
Medio 41 44%
Bajo 22 24%
Total: 93 100%
En la tabla 4 se aprecia que en la dimensión violencia física directa y amenazas entre estudiantes, se halló que, el 17% presentan un nivel alto, puesto que, muchas veces o siempre
son espectadores o víctimas de escupir, pellizcar o de sufrir daños a cualquier parte del cuerpo cuyos hechos se presentan entre los estudiantes en un entorno educativo; por otra parte, el
49% se ubican en el nivel medio, evidenciando que, algunas veces han sido víctimas de
trompazos, esguinces, cortaduras y cachetadas; así mismo, el 31% presentan un nivel bajo, es decir, que nunca o pocas veces sin que sus amigos les den una explicación lógica, han visto
moretones, mordeduras, desgarros y fracturas. Por su parte, Olivera y Yupanqui (2020), concluyen en su investigación, haciendo notar que, el comportamiento extremadamente
agresivo en el aula a menudo se manifiesta de forma física, encubierta o a través de la exclusión social en estudiantes de familias extremas.
Tabla 4
Nivel de violencia física
Nivel Frecuencia Porcentaje
Alto 16 17%
Medio 46 49%
Bajo 31 33%
Total: 93 100%
En la tabla 5 se aprecia que en la dimensión violencia física indirecta por parte del alumnado,
evidenciaron que, el 15% presentan un nivel alto, es decir, que muchas veces o siempre son objeto de estos hechos violentos que implican el ocultamiento de dinero en efectivo, libros,
cuadernos o de destrucción de material personal; por consiguiente, el 49% presentan un nivel medio, demostrando que, algunas veces fueron víctimas de sus compañeros, al pisotear su
mochila y esconder sus libros; asimismo el 35% presentan un nivel bajo, dando a entender que,
nunca o casi nunca han visto a alguien robar algo o tomar dinero de sus compañeros de clase o maestros, ocultar algo a los maestros o dañar intencionalmente la propiedad de otra persona.
De acuerdo con García (2013) la violencia indirecta es en la que el daño es causado por material relacionado con la propiedad o el trabajo de la ví ctima.
Tabla 5
Niveles de violencia indirecta
Frecuencia Porcentaje
Alto 14 15%
Medio 46 49%
Bajo 33 35%
Total: 93 100%
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En la tabla 6 se aprecia que en la dimensión exclusión social, se halló que, el 16% presentan un nivel alto, demostrando que, muchas veces o siempre perciben la violencia estudiantil
excluyéndolos en función de su raza, situación social, género o nivel de competencia de
liderazgo o por la forma de expresarse; por su parte, el 52% presentan un nivel medio, es decir que, algunas veces perciben discriminación y marginación por su situación económica, color de
piel, etnia o religión o por condición física; por último, el 32% presentan un nivel bajo, dando a entender que, nunca o pocas veces ni como víctimas ni como observadores, ha experimentado
discriminación basada en diferencias raciales, étnicas o religiosas, su nacionalidad, su rendimiento académico o sus calificaciones. De acuerdo con la teoría de la interacción social de
Goffman citado por García (2006), manifiesta que, los problemas de conducta en la
adolescencia, están relacionadas con los contextos familiares y escolares, así, las deficiencias en la socialización familiar, las malas relaciones entre padres e hijos, los problemas con el
rechazo social de los compañeros y la asociación con compañeros desviados son factores importantes que aumentan la probabilidad de que un adolescente se involucre en un
comportamiento agresivo.
Tabla 06
Niveles de Exclusión social
Nivel Frecuencia Porcentaje
Alto 15 16%
Medio 48 52%
Bajo 30 32%
Total: 93 100%
Conclusiones
Se determinó que el 44% de los estudiantes presentan nivel de violencia escolar medio, asimismo se encontró que el 12% de ellos presenta un alto de violencia escolar y el 44% nivel
bajo de violencia escolar .
Además, se identificó el nivel de violencia verbal del alumnado hacia el alumnado, en donde el 59% presento violencia verbal, el 28% de ellos presenta un nivel regular de violencia verbal y el 13% presento un alto nivel de violencia verbal.
Asimismo, se identificó en los estudiantes un nivel regular en la dimensión violencia verbal del
alumnado hacia el profesorado con 44%, asimismo se encontró un alto nivel con 32% y un bajo nivel con 24%.
Se identificó en los estudiantes un nivel regular en la dimensión violencia física directa y amenazas entre estudiantes con 49,5%, asimismo se encontró un nivel bajo con 33% y un alto
nivel con 17%.
Se identificó en los estudiantes un nivel regular en la dimensión violencia física indirecta por parte del alumnado con 49%, asimismo se encontró un nivel bajo con 35% y un nivel alto con
15%.
Se identificó en los estudiantes un nivel regular en la dimensión exclusión social con 52%, asimismo se encontró un nivel bajo con 32% y un nivel alto con 16%.
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